El Grito

viernes, 12 de enero de 2024

 

La situación es tan grave a escala global, es tan compleja, que da la impresión de que no es posible reconducir las sombrías situaciones actuales: conflictos bélicos que quedan irresolutos en medio de la pobreza extrema; la inmigración en condiciones intolerables, al tiempo que nos hallamos perplejos por la costosísima preparación de viajes al espacio y otros planetas en lugar de hacerlo para el mejor conocimiento y cuidado de la Tierra. Las propuestas de la década de los 60 del siglo pasado (UNESCO, “El hombre y la biosfera”; Club de Roma, ”Los límites del crecimiento”) fueron, al igual que sucedió después con las dos Cumbres de la Tierra (1992, Río de Janeiro, y 2002, Johannesburgo) totalmente desoidas. Los intereses económicos han seguido prevaleciendo y es especialmente lamentable que en las conclusiones de las reuniones COP sobre medio ambiente se anuncien acuerdos generales… pero “no vinculantes”. ¡Qué vergüenza!

Se ha intentado en algunas infrecuentes ocasiones, sustituir la fuerza por la palabra: Wilson en 1919, al crear la Sociedad de Naciones; Roosevelt, en 1945, que establece las Naciones Unidas y promueve la Declaración de los Derechos Humanos; Obama, al finalizar el año 2015, suscribe con visión y coraje los Acuerdos de París sobre Cambio Climático y la Resolución “para transformar el mundo“ de la Agenda 2030…

Pero acto seguido, como viene sucediendo desde hace siglos, la fuerza de las armas se ha impuesto sobre la mediación y el alto el fuego. “Si vis pacem para bellum” ha sido la respuesta invariable de los grandes poderes. Ahora ha llegado el momento impostergable de sustituir con presteza y rapidez, dada la situación que enfrentamos, el “bellum” por el “verbum”, las armas de guerra por la palabra, por la diplomacia.

Es imprescindible recordar aquí el valiente discurso del Presidente Eisenhower, cuando, al trasladar la presidencia de los Estados Unidos en enero de 1961 a John Fitzgerald Kennedy, tuvo el coraje de manifestar que en los Estados Unidos el poder no está en manos del presidente, sino en las del “¡complejo bélico industrial! “.

Es por ello muy importante y apremiante trasladar ahora a la ciudadanía, la necesidad, por razones de irreversibilidad potencial de algunos procesos, de actuar sin demora. La palabra “irreversible” debe ser uno de los grandes motivos de reflexión a este respecto.

A todo ésto se añade el intolerable riesgo de la posesión de ojivas nucleares, que se redujeron en la reunión de Reikiavik entre Donald Reagan y Mikhail Gorbachev, en el mes de octubre de 1986, pasando de 17.000 cada potencia a 6000. Al alcanzarse este número, el Presidente Reagan adujo “razones de seguridad global” para no seguir, como era deseable, propiciando la eliminación total. Está claro que el complejo bélico- industrial permanecía Y así seguimos. Reagan creó poco después el G6(G7…)que sigue hoy representando la gobernanza a escala mundial, plutocrática y supremacista.

Junto a tan peligrosas perspectivas quedaba y queda hoy la inmensa capacidad de la ciudadanía consciente para que, con acciones bien fundamentadas científicamente, se logre la transición a una nueva era.

Es imprescindible actuar no sólo con firme voluntad, sino sin ulterior demora, para detener el genocidio de unos y el infanticidio de otros y el terrorismo. Ha llegado el momento de considerar la memoria como un deber y guardar silencio como un acto de irresponsabilidad inadmisible.

Por si fueran pocos  los desafíos y problemas enunciados, es necesario ahora añadir el que representa la inteligencia denominada “artificial”, de tal modo que en lugar de favorecer la creatividad humana para que prevalezca y arraigue la invención de un futuro deseable tenga lugar la deshumanización.

Está claro que es ahora apremiante una ciudadanía plenamente consciente de la realidad y de las posibilidades de intervención a escala mundial, dejando de ser espectadores de lo que acontece para convertirnos en actores del nuevo destino.

Ahora, por fin, “Nosotros los pueblos”,

para hacer posible la apremiante transición de la presente gobernanza al multilateralismo democrático, sin veto. El diseño de Roosevelt de las Naciones Unidas, aprobado en San Francisco en 1945 es perfecto… pero fue inhabilitado de inmediato por el veto de los cinco vencedores de la Segunda Guerra Mundial. La Unión Europea que abría puertas de esperanza a un sistema democrático, fue colapsada asimismo por la absurda condición de la  ”unanimidad “.

La Carta de las Naciones Unidas estableció en su primera frase que “Nosotros, los pueblos” vamos a evitar el horror de la guerra a nuestros descendientes… Era un gran desafío y una gran esperanza. Ahora tenemos que reconocer que no se ha podido aplicar por el veto, como ya he indicado, pero también porque los “pueblos “no existían hasta hace unas pocas décadas. La mayor parte de los seres humanos nacía, vivía y moría en unos kilómetros cuadrados y no podía expresarse. Pero en las últimas décadas, nos hemos reconocido igual dignidad y ya somos capaces de expresarnos libremente.

Hoy, insisto en ello porque es muy importante, “los pueblos” ya existen y pueden participar. Ahora sí, empieza a ser realidad lo que establece el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ahora sí, “Nosotros los pueblos” podemos exigir a escala mundial un modelo de gobernanza democrática, con un nuevo concepto de seguridad (seguridad humana, liderada por el Presidente de la World Academy of Arts, and Science, Garry Jacobs). Son ya numerosas  las instituciones (Other News, Roberto Savio; World Peace Forum, José Félix Benz; Impulsa Talentum, Brú Rec;…) que se están uniendo en una gran red global que permita la movilización de la ciudadanía consciente en favor de la nueva era con esclarecidos horizontes.

Junto a las acciones de gobernanza ya mencionadas, es preciso llevar a efecto un inmediato alto el fuego en los conflictos abiertos actualmente, poniendo fin sin dilación al sacrificio de la población civil y en especial de la infancia. Otra de las cuestiones que deben abordarse resueltamente es la eliminación de las ojivas nucleares y el fomento de la fusión nuclear como fuente energética. La regulación de las grandes fortunas y de los migrantes y refugiados es otro de los temas que deben tratarse a escala global sin demora.

A la luz de la gravísima situación social que caracteriza hoy el mundo, de las múltiples inacabables guerras, de la emergencia climática… es imprescindible alcanzar un gran pacto mundial para la adecuada reconducción de las tendencias actuales.

Es necesario fomentar la prevención, tanto de enfermedades como de gravísimas situaciones de justicia social y eliminar aquellos aspectos anacrónicos que hoy todavía subsisten, como la aplicación de la pena de muerte.

Estamos en el 75 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos. Su aplicación es esencial para la puesta en práctica de los acuerdos que “Nosotros, los pueblos” debemos alcanzar sin aplazamiento. El artículo primero de la Declaración Universal termina diciendo que debemos estar unidos fraternalmente. Sí: sólo la fraternidad podría llevar, en estos momentos a una solución a escala mundial, a una nueva era. Una gran red global de instituciones universitarias, científicas y artísticas podría hacerse oír. Y la fuerza de la razón prevalecería, por fin, sobre la razón de la fuerza.

Publicado en Other News

Problemas globales apremiantes, respuestas globales sin demora

jueves, 19 de octubre de 2023

Ahora, ya impostergable, “Nosotros, los pueblos… hemos resuelto evitar a las generaciones venideras”… tal como se inicia la Carta de las Naciones Unidas.

Es preciso, para ello, plantear de nuevo con firmeza y visión de futuro las acciones que  —¡deber de memoria!— podrían reconducir las presentes tendencias y proporcionar a escala mundial formas de gobernanza plenamente efectivas en el Antropoceno. Es imperativo para ello eliminar el veto en las Naciones Unidas (78 años in poder poner en práctica la Carta) y en la Unión Europea (inhabilitada por el requisito de la unanimidad). Andrea Rizzi publicaba el martes día 10 de octubre en “El País” un artículo muy interesante y oportuno titulado “Un frente explosivo en un mundo que se hunde en el desorden global”. 

Sólo si el multilateralismo democrático permitiera a la Unión Europea adoptar decisiones sin el requisito absurdo de la unanimidad (antítesis de la democracia), podrían llevarse a cabo a escala mundial actuaciones muy rápidas y con fundamento científico sobre el medio ambiente, la educación y conciencia de la ciudadanía, cultura de paz y no violencia, atención a los más necesitados, emigrantes y refugiados, narcotraficantes… que evitarían el declive actual.

Europa era la esperanza para salvaguardar el multilateralismo democrático, para afianzar unas capacidades de entendimiento y acción a escala mundial. Está claro que ha llegado el momento histórico e inaplazable de la acción. Otra demora podría aumentar las situaciones de procesos irreversibles. Sería el fracaso rotundo de la humanidad, dotada de facultades distintivas que le permiten, debidamente utilizadas, crear, inventar, resolver, en el contexto fascinante del universo.

En las últimas décadas  una buena noticia: la discriminación por razón de género, etnia, creencia, ideología… desaparece progresivamente y se establece la igual dignidad y la capacidad de expresarse libremente gracias a la tecnología digital. A pesar de los límites infranqueables de la irreversibilidad progresiva, todavía es tiempo. La juventud debe ser la gran protagonista de los cambios que deben emprenderse sin dilación.

Los inmensos medios puestos hoy a disposición de la gobernanza plutocrática y supremacista del G7 deben trasladarse a un multilateralismo democrático eficiente para transformar el mundo en su conjunto. La adopción de una Declaración Universal de la Democracia puede ser el punto de inflexión hacia la nueva era. La ciudadanía consciente es la que debe, con sólidos conocimientos de causa, liderar la transición de la gobernanza de los mercaderes a la de los seres humanos iguales en dignidad.

El propio Papa Francisco, en su reciente exhortación apostólica sobre la crisis climática (4 de octubre de 2023) propone “Reconfigurar el multilateralismo. Hay que adoptar medidas que cuenten con el compromiso de todos”.

La inteligencia artificial debe hallarse siempre dirigida por la inteligencia natural. La deshumanización progresiva sería un disparate. Cada ser humano capaz de revelarse, de argumentar, de imaginar nuevos caminos y puentes, nuestra esperanza. Los chips neuromórficos deben utilizarse en la medida en la que pueden favorecer la ampliación del conocimiento, y no restar, ni un ápice, las facultades distintivas de la especie humana.

Toda reflexión agrietada por imposiciones ideológicas o sectarias debe ser rápidamente contrarrestada por el saber y la sabiduría. La crisis migratoria, la emergencia climática y la transformación digital son puntos esenciales que deben abordarse con rapidez y conocimientos  para las nuevas pautas políticas y éticas. A título de ejemplo de soluciones reales para la emergencia climática, la fusión nuclear, fuente inagotable de energía sin residuos.

Ahora es la voz de los científicos, de los intelectuales, filósofos, escritores…, de las generaciones amenazadas por el desbordante poder económico y militar la única que se debe alzar y oírse. El mismo Presidente Eisenhower puso de manifiesto el supremo poder en los Estados Unidos del “complejo bélico-industrial.  Ahora es el momento de la democracia, de la fuerza de la razón, de la mediación… que debe instaurarse a escala global para transitar de la plutocracia y el supremacismo a la nueva era.

Ahora cultura —es decir, comportamiento cotidiano— de paz e invención de nuevos rumbos. Es inaplazable:  la propia habitabilidad de la Tierra está en peligro.

Insisto, los diversos conflictos bélicos actuales, la emergencia climática, la transformación digital, la inserción social… son las grandes cuestiones que, de una vez, deben abordarse a escala mundial. Y sólo hay un camino: hacer posible que, ¡por fin!, “Nosotros, los pueblos” asumamos las responsabilidades que no se han ejercido durante tantos años. Una gran coalición a escala mundial de universidades e instituciones de arte y ciencia podría ser la voz movilizadora para una ciudadanía consciente.

La prevención debe convertirse en el objetivo supremo de la nueva gobernanza. Un ejemplo muy concreto y urgente lo estamos proponiendo actualmente a la consideración nacional e internacional: de evitar el desarrollo de alteraciones patológicas que cursan con gravísimo e irreversible deterioro neurológico en los neonatos, de tal manera que, al ser derecho humano, se situén sitúe a nivel del Estado las acciones que deben emprenderse.

Todos debemos colaborar para que la ciudadanía no sea espectadora impasible de lo que acontece, sino actora muy activa de las acciones que deben emprenderse para reconducir problemas globales que en algunos casos ya han alcanzado —a pesar de las múltiples advertencias de la comunidad científica y de las “Cumbres de la Tierra”, siempre desoídas por el G7— los límites del no retorno: “Nosotros, los pueblos” unidos en una Red global de universidades e instituciones artísticas y científicas, vamos a actuar con prontitud y sabiduría para abordar, antes de que sea demasiado tarde, las presentes amenazas que se ciernen sobre la humanidad en su conjunto. La seguridad territorial debe a partir de ahora incluir a la seguridad humana (alimentación, agua potable, salud, educación, medioambiente) y conferir prioridad, en todos los órdenes, a la efectiva puesta en práctica, en su 75 aniversario, de la Declaración de los Derechos Humanos.

Que cada uno reflexione sobre la irresponsabilidad inadmisible en la que incurriríamos si no reaccionamos con firmeza para reconducir las actuales tendencias. No lo olvidemos: ahora el pueblo ya tiene voz.  Procuremos que no tenga que recurrir al grito.

 

Situación mundial de emergencia: es imperativo actuar sin demora

martes, 18 de abril de 2023

La situación mundial ha alcanzado un grado de complejidad inédita y acuciante, y las tendencias actuales que deben reconducirse con apremio son, por su número y magnitud, mayores que en el pasado. Con una población mundial de 8000 millones de seres humanos, las soluciones aplicadas hasta ahora para procurar una alimentación adecuada, unos servicios de salud eficientes, una educación para todos de calidad y, sobre todo, un “trato humano” a todos, han ido mostrando progresivamente su desgaste y carencia de idoneidad… Los horizontes son muy sombríos, si seguimos pensando que “esto no hay quien lo arregle” y somos espectadores de lo que acontece en lugar de actores plenamente implicados en descubrir e inventar soluciones. 

Sí: por primera vez en la historia, la especie humana se reconoce progresivamente igual en dignidad, sea cual sea su género, etnia, ideología, creencia, sensibilidad sexual… y, además, es capaz de expresarse libremente gracias a la tecnología digital. Ahora, la ciudadanía, consciente de las amenazas globales, particularmente de las potencialmente irreversibles, ya puede actuar en favor de un multilateralismo eficaz a escala planetaria, ya puede cumplir sus inaplazables deberes intergeneracionales, ya puede asegurar la conservación de la habitabilidad de la tierra, ya puede cambiar la fuerza por la palabra… 

Para todo ello es preciso saber, recordar y actuar. Deber de memoria… Delito de silencio…, Lo he escrito muchas veces y lo repito ahora. Para inventar el futuro y sobreponernos a la inercia, es imperativo que “Nosotros, los pueblos…” nos atrevamos a saber y sepamos atrevernos. Si seguimos de espectadores, impasibles, distraídos, abducidos por las redes sociales y la inteligencia “artificial” no podremos “cambiar de rumbo y nave” como preconizaba el profesor José Luis Sampedro. 

Ahora ya podemos. Ahora debemos sin falta actuar, pensando en las generaciones venideras. De otro modo, mereceríamos aquella terrible sentencia de Albert Camus, que cito con frecuencia: “Los desprecio, porque pudiendo tanto se atrevieron a tan poco”. 

Otto Schermer, en su reciente y espléndido artículo “Protegiendo la llama”, ponía de manifiesto que ahora, por fin, tenemos pautas de conducta y referentes muy bien establecidos, como la Agenda 2030 y los ODS para orientar nuestro comportamiento cotidiano. “Es preciso”, escribe, “saber lo que acontece, responder de manera creativa…. y una movilización colectiva”. ¡Saber…y hacer! Ciencia, conciencia y pleno uso de las facultades distintivas de la especie humana… 

Como ya he comentado en otras ocasiones, es urgente cambiar la confrontación por la mediación y el diálogo. Pasar del “para bellum” al ”para verbum” implica alianzas intergeneracionales y con los medios de comunicación para que sea posible la democratización del multilateralismo, comenzando por el Sistema de las Naciones Unidas —adoptando una Declaración Universal de Democracia, con eliminación de los cinco vetos inhabilitadores desde su propia creación— y siguiendo por la Unión Europea, incapaz de decidir desde que cayó —o la empujaron— en la trampa de la “unanimidad”. 

Ciencia y conciencia para beneficio de la especie humana, asegurándose que las decisiones políticas tendrán en el futuro el fundamento científico que es imprescindible para llevar a cabo las radicales transformaciones que exige la actual situación a escala planetaria. Se trata, como subrayaba José Manuel Morán, Vicepresidente del Capítulo Español del Club de Roma, “no sólo de tener muy claro el qué debe hacerse sino el cómo”. 

Ya he apuntado que uno de los grandes retos a los que debe hacerse frente sin demora es el de la migración a escala global. Solo a las costas británicas han llegado desde el 1 de enero de este año al 9 de marzo 4500 inmigrantes. Todos los seres humanos iguales en dignidad y merecedores de igual trato. Es una auténtica vergüenza, no me canso de repetirlo, que cada día se inviertan en armas y gastos militares 4.000 millones de dólares, al tiempo que mueren de hambre, pobreza extrema y brutal desarraigo… miles de personas. La solución está en un pacto mundial sobre la migración y la ampliación de la Convención de la ONU sobre los derechos de los refugiados. Debemos de una vez finalizar con las manos alzadas y armadas y hacer que proliferen las abiertas y tendidas. Ahora, además de la seguridad territorial, la seguridad humana, la de los seres humanos que habitan territorios tan bien protegidos. 

Es particularmente urgente ocuparse de que el Mare Nostrum deje de ser una infausta necrópolis de tantos inmigrantes, en lugar de acordar —como lo han hecho recientemente Estados Unidos, el Reino Unido y Australia— la colocación de diversos submarinos nucleares en el Océano Pacífico, cada uno de los cuales cuesta alrededor de 3.500 millones de dólares… 

Es preciso aprovechar el extraordinario desarrollo de la tecnología digital, pero cuidando de que la robotización no exceda nunca de los límites que le son propios y produzca una peligrosísima deshumanización, especialmente ante la adopción de decisiones que deben utilizar siempre y al máximo las fantásticas y esperanzadoras facultades que distinguen a la especie humana. Se trata de mejorar la calidad de vida y la capacidad productiva, con una ciudadanía, consciente y responsable, y el pilar fundamental es, y será siempre, la plena libertad, transformando los datos en saberes y los saberes en sabiduría. 

Ahora, por fin —y esta es nuestra esperanza— ya podemos poner en práctica la primera frase de la Carta de las Naciones Unidas: “Nosotros, los pueblos… hemos resuelto evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra“. Hasta hace poco, “los pueblos” no existían… y el poder masculino era absoluto. Ahora, por fin, nos reconocemos iguales y podemos expresarnos libremente. Ahora podemos dejar de ser espectadores de lo que acontece y participar ya, sin demora, a transitar de una cultura desde enfrentamiento, imposición, dominio y guerra, a una cultura de encuentro, diálogo, mediación y paz, para que todos los conflictos, activos o latentes, se resuelvan por la palabra y no por la fuerza. 

Es apremiante la sustitución de la gobernanza de los grupos G, plutocrática y supremacista, por la democrática. El primer paso es conseguir una Unión Europea sin el veto generalizado de la “unanimidad” y unas Naciones Unidas renovadas y plenamente multilaterales. En el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, debemos activar grandes clamores populares en favor de su vigencia y respeto generalizado al tiempo que ponemos en marcha resueltamente los Acuerdos sobre el Cambio Climático y la Agenda 2030. “Las ventanas para asegurar un futuro sostenible se cierran”, acaban de anunciar las Naciones Unidas… y “Nosotros, los pueblos” seguimos desoyendo los apremiantes llamamientos sobre la propia habitabilidad de la Tierra…, seguimos posponiendo nuestros deberes esenciales relativos al futuro de nuestros hijos y descendientes… Las redes sociales y los medios de comunicación nos mantienen obedientes, silenciosos, distraídos… ¡mientras “las ventanas se cierran”! 

La visible irrupción de los universitarios podría iniciar este proceso. “El silencio de los intelectuales”: así se titula el excelente artículo de Boaventura de Sousa Santos en Other News el 28 de febrero, que nos advierte lúcidamente sobre la actitud a adoptar.  

Deber de memoria. “Recordemos para seguir haciendo posible una vida mejor”, ha añadido Oscar Arias (dic.2022)… “Las lecciones de nuestra historia, con las experiencias que nos han enseñado, nos muestran que no se llega a la paz ni por las armas ni por la guerra, ni por la muerte ni por el odio, ni por el olvido ni por la indiferencia… Se llega a la paz poniendo al ser humano en el centro de nuestras preocupaciones. Se llega a la paz defendiendo a la vida. Se llega a la paz invirtiendo en nuestros pueblos y no en nuestros ejércitos; intercambiando ideas y no bombas; conservando bosques y no prejuicios. Se llega a ella cambiando la cultura de guerra por una cultura de paz en nuestras sociedades”. 

Ahora ya sabemos. Ya podemos. ¡Ya debemos!